En mi ciudad, valoro sobre manera
a los coleccionistas, conseguí organizar varias exposiciones, una de ellas fue
la etnográfica.
Dichos coleccionistas temen que
al morir, sus museos no tengan continuación y los herederos malvendan las
piezas que tanto han significado en su tesoro y lloran de pena.
Yo mismo poseo: un archivo sonoro,
colección de monedas y revistas regionales.
En las afueras de Madrid vive un
amigo que guarda en el semisótano de su chalet un buen número de motos de
diferentes épocas; otros de aquí, adoran a los aparatos de radio a cual más
antiguo y que siguen funcionando, curiosamente también los hay que coleccionan
revistas o dinero que poseen un defecto o error.