Una calle de Sauceda
Los corrales
En nuestra estancia turística
en las Hurdes decidí andar entre sierras
casi cuatro kilómetros yo solo. Desde Pino Franqueado a Sauceda. Los demás no
quisieron agregarse a esa pequeña aventura. Uno alegó que para ver tan sólo una
calle no se molestaba. Yo le contesté: “A veces es más interesante a la vista,
una antigua que mil modernas”.
Pero fue un encanto de paisajes
hasta llegar a ese bonito pueblo y eran siete calles de siglos pasados, las
casas de manposteria y de piedra como los suelos, a capricho del albañil, estaban numeradas porque dichas calles,
como si estuvieran fuera de la civilización no estaban rotuladas. Algunas presentaban avanzado abandono y muy
deterioradas. Casi todas tenían un patio de huerta, por lo que, las ramas ofrecían
al visitante sus ricos frutos, no había más que subir el brazo.
Le pregunté a un vecino si a
dichas calles les habían puesto alguna toponimia, me respondió que si: “Calle
del Chorro, la Cuesta, el Callejón, Calle
Abajo…”
A las afueras, como si se tratase
de un barrio primitivo pude observar Los Corrales, era una zona de naves
construidas piedra a piedra, sin ventanas y techos de lanchas de piedra. Allí
metían al ganado en tiempos pasados.