EL SEGUNDO ANIVERSARIO DE MI BLOG

Conocí a Belkis en la sala de Cultura del chat de Terra, pasó el mes de agosto con las merecidas vacaciones y ausencia en el ordenador. Varias semanas después Belkis me animó a utilizar un blog. Lo abrí con la ayuda de Manoli en el Centro del Conocimiento; Blogger cumplía por esas fechas sus nueve años de existencia. Y fue aquí donde aquel día 17 de octubre de 2008, cuando comencé a escribir mi primer post con el título: "Ya tengo mi blog".

Fue ilusionante, formé un círculo de seis personas: Belkis, Esttivalia, Mirola, Mujergris y Anandita; de diferentes autonomías y con diferentes estados e inconvenientes de las etapas de la vida que padecían.Se quedaron en el camino Esttivalia, Anandita, Mirola y ahora mujergris ya no entra.
Este año he tenido 5595 visitas, mil más que el año pasado, he publicado tres poemas de mi cosecha y veintidós relatos, muchos de ellos han sido crónicas, 530 comentarios, veinte más que el año pasado, porque mi círculo de agregados a aumentado. Es curioso que cuando publico, entran unas treinta o cuarenta visitas los primeros días.
Recibo visitas y comentarios de todas las zonas de España: de Segorbe (Castellón) dónde habita mi amigo Luis, de Yecla, donde residen un matrimonio muy artístico con sus fotografías, Morgana de Madrid, de Galicia,de donde es Kandy que sin tener blog le agradan mis escritos, de Valencia,de Murcia, de Barcelona de donde son: Lisebe y mi amiga Belkis, de Almendralejo (Badajoz de donde son mis amigas poetas María Bote y Carmendy; de Argentina, de Chile, Méjico, Japón, China,Estados Unidos, Portugal...
Siempre hemos compartido los pesares de los blogueros que los dejan caer en sus relatos, sus enfermedades o tragedias desagradables, también hemos participado en las alegrías o cumpleaños de sus hijos.
Seguiré con la misma linea e intentado escribir relatos reducidos para facilitar la lectura.
Gracias a todos por leer y comentar en mi blog.

Alcoba de los Montes

Simulando un balcón

Campamento la Fuente

Un grupo de personas disfrutamos de tres días en una excursión que desarrollamos en Alcoba de los Montes, pueblo pequeño con 800 habitantes. Nuestro alojamiento en las cabañitas, con forma de triángulos isósceles del campamento juvenil "la Fuente" sólo era para dormir por la noche; durante el día lo empleábamos para visitar y rumiar la belleza puramente estética del los paisajes del Parque Nacional de Cabañeros y del mismo pueblo.
Hicimos senderismo en un cordel de 10 kilómetros, ni el guía ni mis acompañantes vieron un ciervo enganchado y muerto en la alambrada de cerramiento, tampoco vieron una culebra de escalera que tuve que indicar para la observación. Teníamos frente a nosotros y en paralelo a los Montes de Toledo, por allí observamos a los jabalíes que comían las bellotas de toda una extensión repleta de encinas.
El domingo organizaron un recorrido con un guía por el río Estena que llaman la Ruta del Boquerón. Preferí quedarme sólo, corretear el pueblecito de Alcoba de los Montes, observar las calles y fachadas de sus casitas irregulares a veces con ladrillos vistos, paredes de piedra o simplemente ladrillo basto.
Me senté junto a cinco viejitos del lugar, en un banco, en la misma puerta del Ayuntamiento, en la plaza de España, ellos me contaron sus experiencias y las tradiciones de allí.
Vi pasar a una mujer turista que hacía fotografías a un lado y a otro, parecía una extranjera de pelo rubio y rostro de inteligencia mundana, era como una modernista en un pueblo antiguo de la provincia de Ciudad Real. Me acerqué a ella, hice amistad, se llama Luz; la llevé para enseñarle una curiosidad, sobre una ventana de la primera planta de una casita humilde, habían pegado un herraje de balcón que pueden ver en la foto que captó ella, tenía prisa, pude conseguir la dirección de su correo electrónico y me ha enviado fotografías; una es el balcón simulado.
Después yo solo observé varias curiosidades: Una pared que amenazaba caerse, han pegado en paralelo a modo de muro de contención hasta su mitad otra pared con piedras y hormigón que ocupa media acera. De una pequeña ventana del patio de una casita salían ramas de un arbusto y hasta de la grietas de la pared buscaban la luz. Vi un lagarto verdinegro aplastado en la calzada de la calle Real.
En Misa, a la que sólo asistimos tres hombres, todas eran hembras, formé parte del coro, me dieron unos libretos de cantos y mi única voz de hombre dio fuerza y armonía al coro. A la salida, el sacerdote despedía en la puerta a los feligreses.