Domingo, mi amigo muerto me
regaló un chupón que llamamos por aquí a un hijo-brote nacido en los bajos del tronco. Se ha formado un buen
olivo en mi parcela de la casita de campo.
Se ha convertido en costumbre
familiar que todos los años pequeños y mayores participemos en la recolección.
Primero recogemos las aceitunas
verdes para macharlas, pasado un mes volvemos a recoger las ya convertidas en
negras para hacerles tres rajitas que en proceso de cambio de agua cada día, mi
mujer las aliña muy bien.
Dicho olivo se ha apoderado de
los elementos del terrenito y ya no puedo plantar y sembrar ajos, lechugas y
cebollas… porque se desgracian.